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Hay quien busca el Yoga en el extranjero, en la India, en el Himalaya o en lugares fascinantes... Lo cierto es que no hace falta irse tan lejos. Quédate donde estás, pues el viaje empieza en ti y la búsqueda culmina en ti. Nada hallarás fuera de ti que no se encuentre dentro de ti.




LA LECCIÓN DE LA NATA MONTADA


El otro día cogí una receta por Internet para hacer una tarta de queso. Conseguí todos los ingredientes y me puse a hacerla; la dificultad llego en la parte en que tocaba montar la nata y no había caído en la cuenta de que no tenía batidora eléctrica. Así que cogí un tenedor y me puse a batirla a mano.

Nata montada

Pasaban los minutos y todo seguía igual: la nata líquida en el bol sin un pequeño indicio de montarse. Seguí batiendo con fuerza, porque sabía de oídas que la nata se montaba así, batiéndola, pero a medida que pasaban los minutos mis manos y antebrazos se iban cansando y la duda comenzaba a fraguar en mí. “!Esto es imposible, la nata no se puede montar así!”, pensé; pero tengo que montarla porque si no tendré que tirar todos los demás ingredientes y quedarme sin tarta de queso.

Pasaron más minutos, sentía dolor físico acuciado en manos y antebrazos, la duda, el pesimismo y la desesperación ya campaban a sus anchas por todo mi ser. “Me han engañado, la nata no se puede montar con un tenedor”, pensaba, pero mi voluntad y mi fe en que lo lograría me hicieron no desistir y seguir adelante, a pesar de no haber ni un sólo indicio de que la nata se estuviera montando.

Seguí y seguí... Pasados algo más de diez minutos, ¡oh, milagro!, la nata se empezó a montar y apenas un minuto después de ese hecho ya estaba totalmente montada. Una sonrisa de satisfacción borró el dolor de mi mano, continué haciendo la tarta y después me la comí. Deliciosa.

Lección de la nata:

Si queremos que se transforme, de líquida a sólida (un cambio a mejor), tenemos que trabajarla el tiempo necesario. No hay magia, sólo ciencia. La nata se monta debido a que al batirla, las moléculas de grasa se combinan con el aire en una reacción química y aumenta el volumen varias veces, dándole ese aspecto y esa textura característica de la nata montada. Eso requiere tiempo y trabajo; no hay más secretos. Si no la batimos con la suficiente intensidad o el suficiente tiempo, no se monta.


Vamos a suponer que la nata necesita 12 minutos de batido ininterrumpido a unas revoluciones moderadas. Si estamos menos tiempo no se monta. Si batimos a menos revoluciones no se monta. Si batimos a las revoluciones adecuadas durante 10 minutos, nos cansamos, y al cabo de otros diez minutos batimos 2 minutos más, no se monta.

Yoga sadhana

¿Qué tiene que ver esto con el yoga? Pues lo mismo: el yoga nos transforma. El yoga transforma nuestro cuerpo y nuestra psique (para bien) con una práctica constante y con tiempo. Hay gente que comienza la practica y se cansa pronto; hay gente que practica un tiempo pero no con la suficiente intensidad; hay gente que desiste justo un poco antes de que “comience a montarse la nata”. Después, toda esta gente dice que el yoga no funciona, que sus beneficios son una mentira o algo inventado. Lo mismo sucede con la meditación, nos sentamos durante días, meses o años a meditar y nada pasa, todo sigue igual que siempre, la “nata sigue líquida en el recipiente”, entonces desistimos y decimos que no funciona. Hay que seguir siempre hasta el final, pues cada ingrediente de la vida, tienen un punto diferente de “montado”.

Hemos dicho que todo proceso de montado requiere de trabajo y de tiempo, de esfuerzo y de paciencia, pero también hace falta otro ingrediente: fe. Fe en que se va a transformar, fe en que va a suceder, fe en el éxito. Los cinco sentidos no nos dan ningún indicio, la lógica dice que nada tiene por que pasar, pero sin embargo los sabios nos han dicho que sí que pasa, que la nata líquida se transforma en sólida, dando un sabor mucho mayor a la materia. A veces les creemos, a veces no.

Los cocineros, los chefs y los que alguna vez han montado la nata con un tenedor nos dicen que es posible hacerlo. Los maestros nos dicen que la práctica del yoga transforma al hombre. Si tenemos el conocimiento de esto, sólo nos falta incorporarle el deseo y la acción.

Primero se necesita el conocimiento, de que algo se puede hacer, después viene el deseo y la voluntad de hacerlo; pero eso no se materializa hasta que la acción, aliada con otro ingrediente fundamental, el tiempo, logran realizarlo.

Decía Vivekananda, un gran maestro de yoga, que "12 segundos de concentración llevan a la meditación". Mantener 12 segundos la concentración es 12 veces más difícil que batir la nata 12 minutos seguidos con un tenedor, pero el proceso de transformación es el mismo.

Conocimiento, deseo, acción y tiempo, nada más necesitas para montar la nata...

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